Resulta difícil explicar que significa isso do Orgulho Carcamão. Para mim é uma marca de distinção, um feito diferencial que me transporta a outra realidade, a dos velhos amigos, o cemitério onde está enterrado meu pai, os meus sobrinhos que não param de medrar... O Orgulho Carcamão é a atitude dumas crianças que quando eu também o era, ensinaram-me a construir tutelos para cuspir hedras, a saltar de com a com e a falar galego a base de hostias.
Um dia, lendo uma biografia de Benito Vicetto, soubem que ele também era carcamão, melhor dito, filho de um carcamão. Seu pai era Benito Vicetto San Beneto, natural de Genova, e contrabandista nas costas galegas. De este livro, já inapreensível nas livrarias, extracto os seguintes párrafos:
Um dia, lendo uma biografia de Benito Vicetto, soubem que ele também era carcamão, melhor dito, filho de um carcamão. Seu pai era Benito Vicetto San Beneto, natural de Genova, e contrabandista nas costas galegas. De este livro, já inapreensível nas livrarias, extracto os seguintes párrafos:
"Le gustaba hablar de él a los chiquillos del barrio, y en más de una ocasión, había tarareado una de aquellas canciones que ya no oiría cantar jamás. Sin embargo, una tarde, un muchacho grandote y de chatas narices, le apostrofó:
-¡Pero si tu padre era un carcamán!
-¡Un qué! , interrogó atónito el muchacho, mientras, si saber siquiera la causa, enrojecieron intensamente sus mejillas.
-¡Un contrabandista!
Y la palabra le hirió como una bofetada en pleno rostro.
-Sí, todos lo sabemos. Era un contrabandista.
Benito Vicetto se lanzó con furia, ciegamente, contra el que así ofendía a su padre. Pero de la pelea salió muy malparado. Su adversario era mucho más fuerte y tendría cinco o seis años más que él.
Cuando regresó a su casa, Juana, su hermana mayor, que tenía para él todas las ternuras que no le prodigaba su madre jamás, acudió angustiada, alzándole entre ambas manos el macerado rostro.
-Tú te has pegado, Benito... Pero... ¿Por qué? ¿por qué lo has hecho?
Y él, ocultando el semblante contra su hombro, lloró con profunda amargura.
-Juana, ¿qué es un carcamán?
Sorprendida la muchacha, guardó silencio ante la pregunta inesperada.
-Tú lo sabes -afirmó el chiquillo.
-Pues... a los marinos extranjeros... acostumbran a llamares así.
-¿Y también a papá?
Ella continuó callada. Había en sus ojos un brillo de lágrimas furtivas.
-Responde, Juana.
Y una energía impropia de sus pocos años gravitaba en las palabras del pequeño Benito.
-Ya sabes que él era marino... y quizás las gentes... también le llamasen así.[...] p. 10-11
Llevaba muy poco tiempo en el Colegio de Gurdas Marinas, cuando Benito Vicetto comenzó a advertir un ambiente hostil a su alrededor. Parecía como si los muchachos le rehuyesen y sostuviesen quedos diálogos entre sí. Entonces, llegó nuevamente hasta sus oídos, de un modo velado, la palabra carcamán.
Se sentía solo, aunque desde los primeros momentos había contado con la amistad de uno de los alumnos, un muchacho con decisión, atrevido e impetuoso, que se había ganado a pulso el respeto de los demás. Era lago así como el capitán de la escuela.
Se llamaba Alfredo Parga, y era alto, rubio, de ojos azules. Poseía toda la belleza de un vikingo y, no obstante, congenió desde el primer momento con aquel nuevo alumno de negros cabellos, tez morena y profundos ojos oscuros.
Una tarde, ante las insidias de sus compañeros, Alfredo irrumpió impetuoso en su defensa:
-Hablad claro. ¿Qué decís de los carcamáns?
Uno de los chicos arguyó:
-Pues... que son contrabandistas extranjeros.
Y otro, aun fue más explícito:
-Son de Génova o de Trieste.
Parado ante ellos, mirándoles de hito en hito, Alfredo explicó:
-Pues, precisamente, un hombre de esos que vosotros llamáis carcamáns, salvo la vida a mi padre.
Cesaron las murmuraciones y se hizo un silencio tenso, expectante. Entonces, Alfredo volvió a decir:
-La revolución de 1823 hizo huir a muchos compatriotas gallegos, y mi padre fue precisamente uno de ellos. Los carcamáns les ayudaron a escapar de la persecución, a huir de Galicia. Salvaron a muchos de los nuestros, a muchos. Yo era muy pequeño y nada recuerdo, pero mi padres aun es hoy el día en que los nombra con agradecimiento y emoción. Y ahora... ¿queréis repetir lo que decíais antes?" p.15-16
LÓPEZ DE SERANTES, Josefina (1978) Benito Vicetto Iñorado [Alvarellos; Lugo]
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