No concelho de Verim foram descobertas estelas funerárias tais como a do Muinho de São Pedro, que além do seu grande interesse arqueológico, resulta bem bonita para pessoas que como a mim a história nos entra pelos olhos (e pelos ouvidos). Lendo prensa antiga encontrei esta notícia que, perdoe-me o paisano do Espinho, resulta do mais cómica. Fica claro que se a avareza é perigosa, a arqueologia amadora não o é menos.
Aproveito para recomendar o artigo sobre o livro de São Cipriano do meu amigo, o culto advogado de Ourense, Felix Castro Vicente.
Por certo, que seria da estela?
«Por buscar un tesoro
Una desgracia
En Espiño, pueblo del Ayuntamiento de Verín, hay una terrible monomanía entre el vecindario, crédulo y supersticioso, por los tesoros escondidos, que han de ser desenterrados por virtud del empecatado libro de San Cipriano o de otros mágicos conjuros y a fuerza de desembolsos y paciencia.
A algunos inocentes que antes eran allí labregos acomodados les ha costado ya una friolera la pícara idea de hacerse ricos por arte de birlibirloque.
Ahora nos escriben de allí dándonos noticia de un lamentable suceso de que fue víctima otro buscador de tesoros.
Dedicábase al laboreo de tierras en una finca de su propiedad cuando advirtió que la reja del arado que empleaba tropezaba con un obstáculo.
Suspendió la tarea, cavó, arañó la tierra y no tardó en descubrir una gran piedra, semejante á una lápida sepulcral.
Llamó en su ayuda a dos hijos que no lejos trabajaban y entre los tres levantaron la losa, que tiene, según dicen, particularidades curiosas.
Tratábase al parecer de los restos de una tumba que sabe Dios de que tiempo data. En la fosa abierta aparecieron algunos cacharros de barro cuya importancia está por determinar.
Se sobresaltó extraordinariamente el bueno del hombre. Se imaginó en presencia de uno de los tesoros del tiempo de los moros o de los de María Castaña con que sueñan sus convecinos y despidiendo a sus hijos y suspendiendo las faenas agrícolas puso manos decididamente al desentierro del hallazgo.
Trabajó con furia y la cueva fue ahondandose cada vez más.
Ni una moneda, ni una alhaja aparecería pero el labriego no se daba a partido. De pronto... la pesada losa que había quedado en alto, mal asegurada, rodó hasta el fondo del hoyo cogiendo debajo al infeliz.
A sus desesperados gritos acudieron varias personas que lo salvaron de una muerte cierta. Con todo, resultó con las dos piernas fracturadas.
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